Durante Semana Santa, el sacerdote Gerónimo Sifontes, párroco de la iglesia Santo Domingo de Guzmán en Maturín, montó un monumento en el que expuso al Santísimo y una bandera venezolana rota como símbolo de la crisis que se vive en el país.
Debido a la denuncia de una ciudadana simpatizante del régimen, fue arbitrariamente detenido bajo cargos de desacato del decreto de estado de alarma, permaneciendo en la sede de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) alrededor de 3 horas.
La GNB es uno de los grupos encargados de dirigir el «orden interno» en el país. Es decir, de reprimir toda acción o voz que cuestione las directrices del gobierno.
Los líderes religiosos, especialmente aquellos cristianos que han evidenciado la violación de derechos humanos y la crisis que vive el país son constantemente censurados y amedrentados, ya sea por ciudadanos simpatizantes del partido o miembros de las fuerzas de seguridad.