El impacto de la violencia en las comunidades religiosas de Haití

En los últimos tres años, Haití ha sido escenario de un aumento de violencia generada por grupos armados, especialmente en la capital, Puerto Príncipe, dejando más de 8.400 víctimas.

La  Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha enfatizado que, existen desafíos en cuanto a la implementación de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití. Por su parte, la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH) hizo énfasis en el aumento del porcentaje de asesinatos y heridos, y que estos, se están extendiendo al campo, lo cual está poniendo en riesgo a mujeres y niñas. Agregado a ello, la deserción de la Policía Nacional ha aumentado, disminuyendo su capacidad para mantener la seguridad.

En este contexto, si bien la crisis política, social y económica afecta a toda la población, líderes y comunidades religiosas se han convertido en blanco especial de violencia sistemática, en forma de amenazas y/o secuestros. Podemos mencionar entre los casos más recientes:

  • En marzo de 2024, pandillas irrumpieron el Petit Séminaire Collège Saint Martial, perteneciente a la Congregación del Espíritu Santo, en Puerto Príncipe y durante alrededor de seis horas saquearon, quemaron y robaron bienes del seminario. A pesar de llamadas a la policía, esta no intervino.
  • En marzo de 2024, pandillas ingresaron a la Iglesia de Santa Ana, ubicada en Puerto Príncipe y secuestraron al sacerdote Alain Michel.
  • En febrero de 2024, seis miembros de la Congregación del Sagrado Corazón y un maestro que trabajaban en la misión de la Congregación en la Escuela Jean XXIII, en Puerto Príncipe, fueron secuestrados por pandillas. Sólo cuatro de ellos han sido liberados a la fecha.
  • En febrero de 2024, se llevó a cabo un atentado en contra del sacerdote Pierre André Dumas, obispo de Anse-à-Veau/Miragoâne y vicepresidente del Episcopado, en Puerto Príncipe. El líder religioso es un crítico de la violencia y las actividades criminales de las pandillas en el país.
  • En enero de 2024, en Puerto Príncipe, un grupo armado secuestró un autobús en el que viajaban seis monjas y dos pasajeros más. El grupo fue liberado una semana después.
  • En octubre de 2023, durante un servicio religioso en la iglesia «Rendez-vous Christ», ubicada Puerto Príncipe, un grupo de hombres armados irrumpió en la iglesia con el objetivo de secuestrar al pastor Jules Volcy. Esta redada se saldó con la muerte de un agresor y un policía y el secuestro de una persona.
  • En agosto de 2023, el pastor Marco Zidor, líder de la iglesia evangélica Piscine en Bethesda y varios miembros de su iglesia fueron víctimas de tiroteos y secuestros; varios fueron asesinados o heridos durante una protesta que la iglesia estaba organizando contra el dominio de una pandilla en Puerto Príncipe. La policía está investigando el caso.
  • En julio de 2023, la hermana Marcella Catozza, de Puerto Príncipe, contó sobre el G9, y las constantes amenazas que recibe por parte de la pandilla, quienes le dicen que destruirán la casa de las hermanas, un lugar que alberga a varios niños y niñas, quienes están protegidos de ellos para que no los rapten y se conviertan en pandilleros o los violen. El G9 llega violentamente a exigir arroz, petróleo y frijoles. La hermana está buscando un nuevo refugio para albergar a unos 30 niños. Tiene que lidiar con un acoso constante mientras amenazan con apoderarse de su casa y convertirla en una base.

Los incidentes descritos demuestran las amenazas e inseguridad en torno a las comunidades religiosas en el país. Y es que, este ambiente de inseguridad impide el ejercicio de la vida religiosa de forma individual y comunitaria a diferentes niveles.

En muchos casos, realizar actividades o servicios religiosos al interior o fuera de los templos, representa un contexto de peligro inminente para líderes religiosos y la feligresía. Durante la última celebración de Semana Santa en Puerto Príncipe, la violencia impidió que los ciudadanos cumplieran con muchas de las tradiciones propias de esta festividad religiosa, como las procesiones o viacrucis. O, en el caso de los líderes religiosos, estos no siempre pueden realizar su trabajo pastoral ni visitar las iglesias que hacen parte de su diócesis debido al bloqueo/toma de carreteras.

Así mismo, la persistente actuación de los grupos criminales en contra de las organizaciones religiosas en Haití impide la labor de las organizaciones religiosas en la defensa de los derechos humanos. Debido a los estados de sitio e inseguridad generalizada, no es posible para muchas comunidades religiosas, grupos y organizaciones religiosas, llevar a cabo las actividades sociales propias de su vocación/ideario, especialmente respecto a aquellas relacionadas con la asistencia humanitaria o atención de las poblaciones más vulnerables, exponiéndo a estas últimas, a un estado de doble indefensión.

La Conferencia Haitiana de Religiosos, así como la Conferencia Episcopal de Haití han expresado en reiteradas ocasiones su preocupación por la violencia que asola al país y han pedido el cese de la violencia y la reconciliación nacional.

Esta nota ha sido elaborada con la colaboración de Renato S. León Mazza, abogado, con tesis de grado con calificación de Summa Cum Laude, con capacitaciones en materia de derechos humanos y sistemas de protección de derechos humanos. Anteriormente ha colaborado en el Instituto Internacional de Derecho y Sociedad (2023), Programa Estado de Derecho para América Latina de la Fundación Konrad Adenauer (2022), Centro de Estudios de Justicia de las Américas (2021). Ha sido parte del viaje de formación a Alemania para jóvenes abogados organizado por la Fundación Konrad Adenauer con el objetivo de familiarizarse con la política jurídica alemana y el sistema jurídico alemán y sus instituciones principales (2023).

Imagen: Reuters

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